Sin embargo, hay un rescate por parte de corrientes contemporáneas en historia como Eric Wolf en “Europa y la gente sin historia”, Eric Hobsbawn o Galeano en “Las venas abiertas de América Latina”, por mencionar los mas conocidos; que consideran las voces de quienes fueron perjudicados, silenciados o ignorados por los avatares históricos, haciendo notoria la presencia de una versión no oficial de gente y grupos sociales variados, como para que quien desee interesarse por esta, las tenga a mano. Dentro del universo de Internet es posible hallar herramientas que den cuenta de esta situación. Si bien para algunos la web parece la culminación de la ratificación de que el mundo está interrelacionado desde que la historia comenzó; para otros parece tratarse de un desarrollo incipiente de posibilidades de afianzar la misma.
Sin pretensión académica, la idea aquí es rescatar, entre otras cosas; voces, diálogos, verdades que se oyen en la calle o en cualquier ámbito. Tan solo reflejarlas por curiosas, importantes o banales. De algo, de algún tema, de alguna cosa, tan solo algunas versiones.
Hablaban de la corrupción, un tema recurrente hace casi veinte años en las calles argentinas.
Cuenta el contrabandista que una carga suya arribada al puerto de Buenos Aires desde el Lejano Oriente era sospechada de contrabando de artículos electrónicos (su especialidad junto a los textiles), por lo que los bultos fueron cargados desde el depósito portuario a un camión y cuando este se disponía a salir del puerto se le puso detrás un vehículo oficial de “policía aduanera”, gente pesada en la época que acontece este caso según el narrador. Ante la incautación inminente de la preciada carga, no le quedaba otra opción al contrabandista que tomar una decisión desesperada si deseaba continuar con la operación. Por lo tanto siguió en su automóvil a su propia carga y al vehículo de policía aduanera por la salida del puerto. Tomaron una avenida, por lo que al contrabandista se le ocurrió doblar en una calle lateral, violar dos semáforos en rojo y apretar el acelerador, por lo que a toda velocidad (también lo ayudó la calle en pendiente) y según sus improvisados cálculos, su automóvil impacto directamente en el automóvil de la policía aduanera. Sorpresa para ellos y reconoció la suya por el éxito de su plan, ya que la carga llegó felizmente a destino. “Una locura”, reconoce a la distancia pero añorando tiempos mejores, y sigue diciendo…“lo que me costó tanto ganar con la mano izquierda (en alusión a su manera de ganarse la vida) lo perdí con la derecha (en alusión a sus posteriores y fallidas inversiones legales)”.
Esta operación se trata de un “rebusque” tanto para el comerciante como para el cartonero, favorecidos por una extraña cadena operativa de reciclado de ciertos objetos que obedecen también a extrañas y cambiantes reglas culturales de la sociedad.